Así como el tango nos inspira a bailar, Buenos Aires nos inspira a tomar otra copa de vino.
Nuestros antepasados inmigrantes europeos que llegaron por primera vez a Buenos Aires trajeron sus vides, su cultura del vino, y nosotros seguimos la tradición todos los días.
Nuestros enólogos elaboran este vino con la misma pasión con la que bailamos y cantamos tango en todos los rincones de Buenos Aires.